Tasas municipales: la traba invisible que imposibilitan la expansión del crédito

El crédito en Argentina es escaso y caro. La principal causa es la persistente inestabilidad macroeconómica. Pero, a medida que se sostiene el equilibrio fiscal, se hacen explícito otros factores que conspiran contra la expansión del crédito. Uno muy relevante son los tributos que gravan la intermediación financiera, en particular las tasas municipales.
Las tasas, de acuerdo al ordenamiento legal vigente, son un tributo que opera como contraprestación de un servicio claramente identificado que se pone a disposición del contribuyente. Además, el monto de la tasa no puede superar los costos que le genera al municipio proveer el servicio. Si no se cumplen con estos requisitos, la imposición que aplica el municipio opera en la práctica y de manera irregular como un impuesto encubierto a los ingresos brutos que genera impactos muy negativos sobre la eficiencia económica.
En base a información aportada por un conjunto de bancos para 51 municipios de 10 provincias, que en conjunto representan cerca del 30% de la población argentina, se estimó la alícuota efectiva promedio que aplican los gobiernos locales sobre la intermediación financiera. El indicador mide la proporción que representa la tasa municipal en los ingresos de las entidades bancarias.
El estudio muestra que la carga promedio asciende a 5,9% de los ingresos de las entidades. Una presión tributaria exageradamente alta que excede ampliamente los parámetros de proporcionalidad al que legalmente se tiene que someter una tasa. Otra evidencia muy llamativa es que detrás de este promedio se esconde una enorme dispersión entre jurisdicciones, con municipios que aplican alícuotas menores al 1% y otros que superan el 7%.
¿Cuánto se encarece un crédito al sumar la carga tributaria? Suponiendo un préstamo productivo (es decir, que el IVA no tiene impacto ya que se deduce del IVA ventas) el costo financiero total, cargando tasa municipal e impuestos provinciales (ingresos brutos y sellos), en algunas ciudades aumenta en más del 20%. Semejante encarecimiento para un crédito productivo es un factor muy dañino para la competitividad. En el caso de un crédito personal, situación que lleva a agregar el IVA, los impuestos en algunas ciudades aumentan la tasa de interés que pagan las familias en casi un 50%.
Además se suman otros factores que hacen imprescindible revisar de manera integral la tributación que aplican los municipios. Entre ellos se destacan:
- La enorme complejidad administrativa e inseguridad jurídica que genera el hecho de que las ciudades no aplican criterios homogéneos para la aplicación de las tasas. Esto obliga a una gran inversión de recursos administrativos que encarecen los costos operativos de los bancos.
- Es frecuente que los municipios apliquen alícuotas mucho más altas a los bancos respecto a otros sectores económicos con similar capacidad contributiva. Brechas, que en casos extremos superan las 10 veces de diferencia, son una arbitraria discriminacion contra el crédito.
- Al ser un tributo “territorial” solo lo pagan quienes tienen sede física en la localidad. En actividades donde se puede ofrecer el servicios de manera digital, como ocurre en la intermediación financiera, esto genera una asimetría que discrimina contra las entidades que operan con sucursales físicas.
- Dado que las tasas de interés bancarias tienden a ser homogéneas en todo el país, los clientes de localidades con baja carga pagan parte de los impuestos de las jurisdicciones con mayores imposiciones.
En conclusión, sin un replanteo profundo del esquema tributario municipal es imposible que la producción y las familias dispongan de crédito a costos competitivos. Una agenda de reforma debería tender hacia un sistema más simple, homogéneo y ajustado a los principios legales, es decir que las tasas reflejen el costo de los servicios que prestan los municipios.