Las tres claves

Luego del rebote, la producción se estancó y, con el salto en las tasas de interés, es probable que el tercer trimestre sea peor que el segundo. En esto juegan factores transitorios, como la incertidumbre la incertidumbre electoral y los errores en el desarme de las LEFIs, como cuestiones más estructurales relacionados con déficits de gestión. Los sectores más dinámicos —como energía o ciertos complejos exportadores— pueden sostener el nivel de actividad, pero no alcanzaron para compensar el estancamiento del resto que es donde se genera la mayor parte del empleo. 

Son un obstáculo central que suele estar subestimado. En lo político, la incapacidad para articular con parte de la oposición es un escollo extremadamente importante. No solo porque las desavenencias permiten la generación de leyes que ponen en riesgo el equilibrio fiscal, sino que seducir a parte de la oposición es condición imprescindible para avanzar en las reformas estructurales. En lo administrativo, el sector público está plagado de malas prácticas administrativas que son fuentes de ineficientes y oportunidades para la corrupción. Tras las elecciones, el desafío es apertura, dialogo y generación de confianza para apoyar las reformas listadas en el acta de mayo y darle a la gestión pública la dedicación y prioridad que merece. Tan importante como eliminar los déficits financieros es eliminar los déficits de gestión. 

El margen para sostener el esquema de bandas es cada vez más estrecho, porque el propio gobierno lo ha erosionado con intervenciones discrecionales (ventas de futuros, uso del Tesoro en el mercado cambiario, encajes dirigidos). Sin credibilidad, el régimen pierde su función de ancla y se convierte en fuente de dudas. Aun así, el oficialismo intentará prolongarlo como señal de continuidad, salvo que la falta de confianza lo obligue a un “reseteo” o, en el extremo, a una flotación más libre.