Novedades Económicas

¿Por qué no crece el empleo que más importa?

Tiempo de lectura: 3 minutos

¿Por qué no crece el empleo que más importa?

Hace más de una década que el mercado laboral argentino enfrenta su propio techo de cristal. Una barrera invisible, pero persistente, que limita la creación del empleo privado registrado. Se trata de un umbral que no responde a los vaivenes del ciclo económico, sino a factores estructurales que traban la expansión del trabajo formal y condicionan las posibilidades de desarrollo.

Durante este período, la creación de empleo se volvió cada vez más reactiva a shocks transitorios y en un contexto marcado por la baja productividad, la alta carga de costos laborales no salariales y un marco regulatorio poco amigable con la inversión, las firmas optaron, en el mejor de los casos, por sostener dotaciones en lugar de expandirlas.

Los datos son contundentes, el empleo privado registrado permanece estancado en torno a los 6,2 millones de trabajadores desde hace al menos una década, una situación que se prolonga en el tiempo sin lograr mejoras significativas. La falta de reformas estructurales junto con la fragmentación política impidió hasta ahora avanzar en soluciones de fondo.

A esta dinámica se suma un deterioro persistente de la calidad educativa. La desconexión entre las trayectorias formativas y las demandas del sistema productivo se traduce en brechas de habilidades que dificultan la inserción en sectores más dinámicos. Al respecto, 3 de cada 10 trabajadores no finalizó el nivel secundario, lo cual configura un cuello de botella silencioso para la expansión del empleo formal, especialmente en actividades que requieren calificaciones técnicas o capacidades digitales básicas.

En este contexto, las firmas enfrentan un dilema. Frente a un entorno regulatorio rígido, una estructura de costos elevada y escasez de capacidades específicas, muchas optan por la sustitución de factores, incorporando tecnología o tercerizando tareas en lugar de contratar personal de manera directa. Este proceso, lejos de ser exclusivo de la coyuntura actual, refleja una tendencia de más largo plazo que consolida un esquema dual en el mercado laboral, con creciente peso relativo de ocupaciones sin estabilidad ni protección social plena.

Así, el mercado laboral no solo enfrenta un techo de cristal en términos de cantidad, sino también en términos de calidad. Ante estas restricciones, el empleo encontró sus propias válvulas de escape: la informalidad y el trabajo independiente emergieron como respuestas. Desde 2012, mientras que el empleo asalariado privado registrado creció apenas un 3%, la informalidad aumentó un 29%, y el trabajo independiente un 47%, consolidando formas de inserción laboral más inestables.

La actual gestión no logró diferenciarse en este aspecto, ya que el empleo asalariado privado experimentó una contracción, con una pérdida de 91.000 puestos de trabajo. Simultáneamente, la informalidad y el trabajo independiente aumentaron un 14% y 4%, respectivamente.

En este escenario, la recuperación del empleo formal no vendrá de la mano de un rebote cíclico, sino de una transformación más profunda del aparato productivo. La oportunidad está en los sectores transables con ventajas comparativas, como la energía, la agroindustria, la minería o los servicios basados en conocimiento. Si bien estos sectores no son intensivos en mano de obra, sí tienen capacidad de generar eslabonamientos hacia otras actividades, particularmente en el interior del país, y pueden contribuir a dinamizar el empleo registrado si se articulan con políticas de desarrollo territorial y formación de capacidades.

No obstante, ese proceso será gradual y requerirá condiciones macroeconómicas estables, mejoras en el entorno regulatorio y una fuerte inversión en capital humano. El techo de cristal que hoy limita la expansión del trabajo formal no se romperá de manera espontánea, exige una combinación de reformas que impulsen la productividad, reduzcan la informalidad y construyan trayectorias laborales más estables.

Laura Caullo

Investigadora responsable Área de Empleo y Política Social