Del Consenso de Washington al mundo multipolar
La economía mundial está lejos de funcionar en modo “piloto automático” y, aunque la conexión de la Argentina con las variables globales todavía es débil, de cumplirse los objetivos de una mayor inserción en el plano comercial, financiero y de captación de inversiones, habrá que adaptarse a un escenario de vientos cambiantes, con desafíos que no provienen sólo de las oscilaciones del propio ciclo económico, sino también de los requerimientos de la transición energética y disputas de orden geopolítico de una intensidad inédita, tomando como referencia lo ocurrido en las tres décadas previas. No por casualidad, la caída del Muro de Berlín coincidió con el lanzamiento del “Consenso de Washington”, pero mucha agua ha pasado bajo el puente desde entonces.
Aun con nuevos rasgos de “multipolaridad”, subsiste en forma plena la influencia del ciclo económico estadounidense sobre el resto del mundo. Pero el listado de riesgos a seguir se ha ampliado desde la crisis financiera de 2008. Ocurre que la deuda pública ha trepado de modo preocupante, a un ritmo semejante al de la polarización política, haciendo más dependiente el rumbo de la economía del resultado de cada elección. Los comicios de noviembre de este año encuadran en estos nuevos parámetros y, por ejemplo, en un escenario en el que el mismo partido que triunfe en la presidencial obtenga mayoría en la Cámara de Representantes y en el Senado, el impacto inicial sería turbulento por expectativas de una política fiscal insostenible, con tasas de interés al alza. Los mercados hoy no están descontando ese escenario y hay múltiples combinaciones en los casilleros de la política que podrían neutralizar esos riesgos. Pero parece conveniente mencionarlo, para ilustrar sobre la magnitud de los cambios ocurridos en los últimos tiempos.
Dólar fuerte en el mundo y tasas elevadas por bastante tiempo en Estados Unidos constituyen un escenario desafiante para la Argentina, que necesita volver a los mercados financieros internacionales para refinanciar vencimientos, que en los próximos 18 meses superan los 17,0 mil millones de dólares. Otros dos canales de transmisión son relevantes: por un lado, el dólar fuerte tiende a deprimir los precios de las commodities y, por otro, las monedas de socios relevantes de nuestro país tienden a depreciarse. Para el caso de Brasil el fenómeno se acentúa por turbulencias propias y, cuando se analiza el tipo de cambio real bilateral, se tiene para los últimos datos un grado muy significativo de apreciación del peso contra la moneda del vecino país, del orden del 34 % respecto del promedio de los últimos 27 años.
Jorge Vasconcelos
Coordinador General de Revista Novedades.