Costo Laboral en Argentina: ¿Una traba para la competitividad?
La competitividad de un país es un factor determinante para su desarrollo económico, capacidad para atraer inversiones y generar empleo. En este contexto, el costo laboral emerge como un elemento clave que pueden influir significativamente en la competitividad de una economía.
El costo laboral no sólo incluye los salarios directos pagados a los trabajadores, sino también una serie de cargas sociales y fiscales que incrementan el costo total para los empleadores. Este componente se vuelve especialmente relevante en un entorno donde la inflación y la volatilidad económica son características recurrentes, impactando tanto a empresas locales como a inversores extranjeros.
Más caros y menos competitivos que Brasil
Al analizar comparativamente los costos laborales de Argentina en relación a Brasil, medidos en dólares, se observa una dinámica compleja que ha persistido a lo largo del tiempo. Desde 1997 hasta la actualidad, la brecha entre los costos laborales industriales formales de ambos países ha fluctuado significativamente, pero con una tendencia clara: Argentina ha mantenido costos consistentemente más altos. La brecha promedio durante el período se sitúa alrededor del 100%, lo que significa que, en promedio, por cada $1.000 de costo laboral en Brasil, Argentina ha enfrentado $2.000. Esta diferencia ha moldeado la dinámica competitiva de la región.
Cuando la brecha es positiva, significa que los costos laborales de Argentina son mayores que los de Brasil. En noviembre de 2001, en vísperas de una de las crisis económicas más profundas de Argentina, la brecha alcanzó un pico alarmante, el costo laboral de Argentina era 3,7 veces mayor al de Brasil, evidenciando una severa pérdida de competitividad.
El punto más álgido de esta disparidad se observó en septiembre de 2015, cuando la brecha se disparó a casi el cuádruple. En ese momento, un costo laboral de 1.000 pesos en Brasil equivalía a 3.900 pesos en Argentina, marcando cumbre en desventaja competitiva.
En lo que va del año, se observa un incremento en la brecha debido a que los países están experimentando movimientos opuestos en el valor de sus monedas. Mientras Brasil devaluó el real, el peso argentino ha experimentado una apreciación en los últimos meses. El panorama más reciente, con datos de julio de 2024, muestra una brecha de 2,6. Aunque todavía significativa, esta cifra indica que, por cada 1.000 pesos de costo laboral en Brasil, Argentina ahora enfrenta 2.610 pesos. La persistencia de costos laborales sugiere desafíos estructurales que van más allá de fluctuaciones coyunturales.
Comparación de la brecha salarial en dólares entre Argentina y Brasil en el sector industrial formal (1997-2024)
Fuente: IERAL en base a base de Observatorio de dinámica empresarial, BCRA e IBGE.
Lecciones de la Reforma Laboral en Brasil
El último informe técnico del FMI sobre Brasil señala que, en 2009 el 7,4% de las empresas brasileras consideraban las regulaciones laborales como su mayor obstáculo, casi el doble del promedio para América Latina. En respuesta, Brasil implementó una reforma laboral en 2017, enfocada en:
·Reducción de litigios laborales.
·Aumento de la flexibilidad en contratos de trabajo.
·Mayor flexibilidad en la fijación de salarios.
Los resultados han sido notables. Estudios recientes, como el de Corbi et al. (2022), indican que la reforma tuvo efectos positivos significativos en el empleo y la producción agregada, mejorando la productividad de las empresas al reducir los incentivos para litigar y los costos esperados de los juicios.
Implicancias para Argentina
La persistencia de la brecha con Brasil subraya la urgencia de que Argentina implemente reformas laborales más profundas. La reciente Ley de Bases, aunque es un paso en la dirección correcta, resulta insuficiente para abordar los desafíos estructurales que enfrenta el mercado laboral. Argentina necesita considerar una reforma laboral integral que reduzca los litigios, aumente la flexibilidad en los contratos de trabajo, permita una mayor flexibilidad en la fijación de salarios y simplifique las regulaciones para reducir costos administrativos. Estas reformas no solo mejorarían la competitividad de las empresas, sino que también podrían conducir a mejores oportunidades laborales y a un crecimiento económico más sostenible, como se ha observado en la experiencia brasilera.
Sin embargo, a mediano plazo, el desafío de elevar la competitividad consiste en profundizar las reformas que dinamicen el crecimiento de la productividad del trabajo. Esto debe ir acompañado de una agenda de reformas integrales que incluya la mejora de la calidad institucional, la inversión en infraestructura y la reducción de los costos laborales no salariales. Para Argentina, cerrar la brecha de competitividad con Brasil no es sólo una cuestión de ajuste salarial o cambiario, sino de una transformación más profunda en su mercado laboral.
Laura Caullo
Investigadora responsable Área de Empleo y Política Social.