He's back!!! Trump y la pelea con los amigos del Norte (… y con China también)
Finalmente, Donald Trump ya está en la Casa Blanca. Las dos primeras semanas de su segundo mandato confirman la decisión de “hacer valer” el poderío de USA a nivel global, y la posibilidad del nuevo gobierno de avanzar sin obstáculos significativos en lo interno, tanto en el plano político como legal. Tampoco ha sido sorpresivo el listado de prioridades con las que llegó el nuevo gobierno, al menos lo que se ha dejado trascender hasta el momento:
- La búsqueda de mayor seguridad en términos geopolíticos, a través de la terminación rápida de los conflictos abiertos (Medio Oriente, Rusia-Ucrania), la ocupación directa o indirecta de territorios y/o pasos estratégicos, caso de Groenlandia y Panamá, y de límites más estrictos a la expansión de China (dentro de lo cual vale mencionar la amenaza de penalizar a los BRICS con una imposición arancelaria del 100% si avanzan en la creación de una nueva moneda o respaldan otra moneda como alternativa al uso del dólar para operaciones comerciales y financieras);
- Fortalecer los incentivos para las inversiones en USA de gas y petróleo, incluyendo no convencionales.
- La búsqueda de mayor seguridad en el tema fronterizo, migratorio y de tráfico de drogas, con medidas específicas en lo interno, pero también involucrando a países y gobiernos que supuestamente no contribuyen a mejorar los controles en ese plano.
Una dificultad para posicionarse en este nuevo escenario es la falta de reglas y/o institucionales globales. Se trata más bien de decisiones discrecionales, que eventualmente pueden favorecer/perjudicar por un tiempo a un país o región, pero sin garantías suficientes de sostenibilidad en el tiempo. Es más, este tipo de medidas discrecionales podría deteriorar el clima de negocios y la confianza de empresas a nivel mundial ante complicaciones en la cadena de suministros, por ejemplo, ante nuevas medidas arancelarias sobre la Unión Europea (sobre lo cual Trump manifestó que “definitivamente” las habrá, aunque sin especificar plazos) y Brasil.
El tema de los aranceles merece un análisis aparte. En el poco tiempo que lleva de su segundo mandato, Trump ha dejado ver que la imposición de aranceles estadounidenses no solo ha estado relacionada con consideraciones comerciales sino también que los utiliza como su principal arma geopolítica para alinear las políticas de los países con los amplios intereses de USA (léase, por ejemplo, el reciente caso con Colombia en relación a los vuelos con deportados o la acusación a México que no ha hecho lo suficiente para frenar el flujo migratorio y el tráfico de drogas en la frontera con USA).
Finalmente, no fueron solo amenazas para negociar y a inicios de febrero Trump cumplió su promesa de campaña al imponer un arancel de importación del 25% a Canadá y México (10% a las importaciones de energía de Canadá, el mayor proveedor extranjero de petróleo crudo de USA) y un gravamen del 10% a China que entrará en vigor a partir del 4 de febrero. Incluso las importaciones mínimas (menos de USD 800) ya no estarán excluidas de los aranceles ni se podrán desgravar. En conjunto, estos 3 países representaron más del 40% de las importaciones de bienes de USA en 2024, por una suma total de USD 1,35 mil millones.
Comercio exterior de USA en 2024
En miles de millones de dólares
Fuente: IERAL en base a FED y BEA.
El principal motivo que se alude en las ordenes ejecutivas es el contrabando de fentanilo junto con la migración ilegal, pero también se ha dejado trascender que apuntan a motivaciones económicas, incluyendo los déficits comerciales bilaterales entre Estados Unidos y los tres países (en palabras del mandatario: “nunca han sido buenos con nosotros en materia comercial”). Más específicamente, los acusa de ser los responsables del déficit en cuenta corriente que exhibe USA desde hace varias décadas (conforme al último dato disponible, en el tercer trimestre de 2024 alcanzaba un guarismo equivalente al -4,2% del PIB). Sin embargo, el déficit en la cuenta corriente del balance de pagos mide el exceso de gasto sobre ingreso, por lo que el “verdadero culpable” debería buscarse puertas adentro: a la luz de los datos, se observa que el gran responsable es el sector público, con un déficit creciente.
Asimismo, este anuncio también aumenta la probabilidad de que se adopten más medidas arancelarias (caso de un arancel de importación universal en Estados Unidos como se dejó trascender en algún momento), al tiempo que reduce las expectativas de exenciones para los socios de libre comercio de USA.
Según lo que se ha dado a conocer, los tres países afectados han discutido medidas de represalia, aunque los detalles aún no están claros en este momento: la presidente de México Claudia Sheinbaum anunció que, en caso que se mantengan los aranceles estadounidenses, responderán con medidas arancelarias y no arancelarias Por su parte, el primer ministro de Canadá, Justin Trudeau, dijo en su cuenta de X que no querían una guerra comercial pero estaban preparados (en principio se anunció un arancel del 25% a productos provenientes de USA). Sin embargo, vale destacar que podría haber un potencial camino todavía más espinoso que el que ya estamos recorriendo: las órdenes ejecutivas establecen que, si los países afectados toman represalias, el presidente “puede aumentar o ampliar el alcance de los aranceles”.
A diferencia de su contraparte de Canadá y México, el presidente chino, Xi Jinping, actuó de manera más cautelosa, prometiendo las contramedidas correspondientes y comprometiéndose a presentar una queja ante la Organización Mundial del Comercio (OMC), pero sin ofrecer detalles específicos ni amenazar directamente con aranceles de represalia. Tal vez se deba a que China enfrenta una economía más precaria, con presiones deflacionarias, donde las exportaciones han estado impulsando el crecimiento, ya que el gobierno de Xi Jinping ha impulsado la industria manufacturera para compensar el declive del sector inmobiliario, de modo que, ante la posibilidad de aranceles generalizados para la mayoría de los países/regiones, (incluida la Unión Europea) se abre la posibilidad para China de reforzar sus relaciones comerciales con otros naciones para intentar mitigar el impacto negativo de 50 pbs en el PIB real que se estima tendría el arancel adicional del 10% en este 2025. Otro punto que no se puede dejar de mencionar viene dado por el hecho que el arancel colocado por Trump es menor de lo que temían los responsables políticos chinos, dado los dichos que el actual mandatario estadounidense pronunció en campaña.
No obstante, como las medidas son efectivas desde el 4/2, habrá negociaciones febriles en las próximas 24 horas que podrían alterar o incluso eliminar estos aranceles y algo en ese sentido dejó ver Trump al declarar que se reuniría con sus pares de México y Canadá. Pero, aun cuando se logren suspender los aranceles, será difícil contener el aumento de la incertidumbre política.
Lo que es indudable es que los aranceles estadounidenses afectarán negativamente el crecimiento de los países afectados, y del Mundo en general, aunque en diferentes magnitudes, ya que el impacto directo debería ser más limitado dependiendo de la proporción de exportaciones destinadas a los USA pero también dependerá de cuánto tiempo persisten los aranceles más altos, qué medidas de represalia y contra-represalia se implementen, los efectos de retroalimentación de las condiciones globales y financieras, entre otras consideraciones.
Aunque la Argentina no se ubique directamente en la lista de los países más vulnerables del nuevo escenario, eso no implica que no pueda sufrir efectos colaterales. En la medida que las subas de aranceles antes mencionadas queden firme, tendrán implicancias negativas sobre el comercio y el crecimiento mundial, y con ello sobre las exportaciones de nuestro país.
A la par, el recorte de impuestos que el flamante presidente pretende implementar comenzaría a operar en un deteriorado contexto fiscal: USA cerró el 2024 con un déficit anual equivalente al 6,9% del PIB y una deuda pública en torno al 121% de PIB, en el marco de tasas reales más altas que las que se observaba a comienzos del año pasado. A ello se suma que la economía estadounidense continúa mostrándose firme. Según informó el U.S. Bureau of Economic Analysis, el PIB creció a un ritmo anual del 2,3% en el cuarto trimestre de 2024, lo que posiciona al crecimiento total del año en un 2,8%, 0,1 puntos porcentuales por debajo del crecimiento observado en el 2023. De esta manera, la política fiscal de corte expansiva podría implicar mayores presiones inflacionarias en el mediano plazo.
Ante este escenario de mayor inflación esperada, se anticipa que la Fed llevará a cabo un ciclo de flexibilización de la tasa de referencia más gradual de lo que se presuponía inicialmente. La reunión de fines de enero se mueve en esa dirección, dado que la FED mantuvo el rango de la tasa de referencia inalterado entre 4,25%-4,50%. No solo eso, sino que se produjo un cambio importante de visión: pasó a sostener que el mercado laboral muestra fundamentos sólidos, lo que se traduce en una visión más Hawkish, de modo que ahora muestra menos apuro por bajar la tasa que en diciembre, dado los datos económicos disponibles (principalmente actividad, tal como se señaló más arriba). De esta manera, el mercado descuenta un solo recorte de 25 pbs a mediados de 2025.
A su vez, las tasas más altas por un mayor tiempo tendrán consecuencias sobre las condiciones crediticias de los países emergentes y los flujos de capitales hacia ellos. A ello se adiciona que el mayor diferencial esperado de tasas en dólares llevaría a una apreciación del billete estadounidense a nivel mundial, dinámica que ya se viene observando, lo que juega en contra de los precios de los commodities en general (cuando el dólar se fortalece, se encarecen medido en las monedas emergentes, lo que reduce la demanda internacional).
No obstante, consecuencia de las magnitud de las medidas arancelarias, hay expectativas que algunas terminen siendo transitorias ya que no parecieran sostenibles en el mediano plazo dado que podrían complicar la trayectoria de inflación y generar pérdida de competitividad y confianza empresarial en la propia economía de USA en caso de prolongarse, por lo que podría haber cambios en magnitud y características en esta potencial guerra comercial que ha comenzado. Incluso, es posible que la suba de aranceles para México y Canadá constituyan un mecanismo para empujar a una renegociación de los acuerdos comerciales, tal como sucediera entre 2017/2018 cuando se firmó el USMCA, en reemplazo del NAFTA.
Maximiliano Gutiérrez y Jorge Vasconcelos
Responsables de la sección Internacional.