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Jugando en el tablero de escaleras y toboganes de Trump

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Jugando en el tablero de escaleras y toboganes de Trump

En poco más de cuatro meses el mandatario estadounidense transformó al mundo en un tablero de escaleras y toboganes, idas y vueltas que se traducen en una marcada volatilidad e incertidumbre: se pasó de la colocación de aranceles a determinadas economías (México y Canadá) y/o bienes, negociaciones mediante, al Liberation day, que implicó una batería de aranceles “recíprocos” (realmente poco tenían que ver con los aranceles que el resto del Mundo le cobraba a EEUU). 

Pero… Ante el impacto que produjo en los principales índices bursátiles y las tasas de interés de largo plazo en EEUU a medida que se extendía el sentimiento de aversión al riesgo, la Casa Blanca anunció una pausa de 90 días para que se pudieran negociar nuevos acuerdos (pausa que expira la segunda semana de julio), aunque manteniendo en vigencia el arancel mínimo del 10% sobre todos sus socios comerciales. 

En lo administrativo se pasó de festejar la llegada de Elon Musk como asesor presidencial y el DOGE con el fin de recortar gastos, a su salida a fines de mayo con un DOGE que no terminó de funcionar ante la resistencia de numerosos sectores, y con Musk criticando el proyecto de ley presupuestario del presidente estadounidense.

En esta coyuntura de idas y vueltas, la línea pragmática de Scott Bessent (Secretario del Tesoro de EEUU) pareció imponerse el pasado 12 de mayo cuando EEUU y China alcanzaron un entendimiento comercial por un período de 90 días, en un intento por descomprimir la actual guerra comercial. Concretamente incluye una reducción de aranceles del 145% al 30% para productos chinos y del 125% al 10% para bienes estadounidenses. Esta tregua, aunque temporal, permitió disipar parcialmente el riesgo de una ruptura total en el comercio bilateral, contribuyendo a mitigar los riesgos de cola que pesaban sobre las proyecciones de crecimiento. 

No obstante, los resultados finales de esas negociaciones siguen siendo inciertos y las últimas noticias no son las mejores, puesto que parecen indicar que se encuentran estancadas en un contexto de creciente tensión ante las quejas de funcionarios estadounidenses por la falta de aceleración desde Pekín de exportaciones de minerales necesarios para la fabricación de productos electrónicos. Misma dinámica se observa en las negociaciones con Europa ante nuevas amenazas de aranceles (aplicación de un arancel del 50% a todas las importaciones desde la Unión Europea a partir del 9 de julio).

Parte del entusiasmo que generó el desescalamiento del conflicto comercial entre EEUU y China fue moderado por el recorte de la calificación crediticia de la deuda soberana de EEUU por parte de Moody’s desde “Aaa” a “Aa1”, basado en el aumento sostenido del déficit fiscal sin señales claras de corrección, el crecimiento de la deuda pública y los mayores costos de financiamiento en un entorno de tasas elevadas, volviendo a colocar en el centro del debate los desafíos estructurales del país norteamericano. El timing no es menor puesto que la noticia llega cuando el Congreso debate una reforma fiscal impulsada por el propio Trump (One Big Beautiful Bill Act) que implica una agresiva deducción impositiva sin recortes del gasto que resulten creíbles. El Congressional Budget Office estima que este paquete fiscal podría añadir en neto USD 2,4 billones al déficit durante la próxima década, en un momento en el cual el déficit financiero y la deuda pública actualmente se ubican en el 6,8% del PIB y el 120% PIB, respectivamente. Esto llevaría el déficit a niveles inéditos fuera de crisis o guerras, acentuando las dudas del mercado sobre la sostenibilidad fiscal en un contexto económico frágil y todavía incierto.

Por su parte, mientras el Banco Popular de China, el Banco Central de Inglaterra y más recientemente el Banco Central Europeo relajaron su política monetaria como medida para contrarrestar el potencial impacto de los aranceles estadounidenses sobre el nivel de actividad de sus economías, la FED mantuvo la tasa de política monetaria sin cambios en el rango 4,25-4,50%, con Powell reconociendo que no hay apuro en reducir tasas. La incertidumbre que enfrenta la FED en relación a su mandato dual (empleo vs inflación) explica su comportamiento de wait and see, al menos hasta que estén seguros de la dirección que siguen los datos. A la par, Powell debe hacer frente a los ataques directos de Trump que presiona por la baja de tasas de interés como respuesta a… la incertidumbre y el impacto que el propio mandatario estadounidense introdujo en la economía mundial con su política comercial (¿sería diferente la probabilidad de recorte de la tasa si no existiera esa presión abierta desde el Despacho Oval? Es un contrafáctico válido a pensar, pero cuya respuesta es difícil de precisar). Si bien habrá que esperar a mediados de junio para conocer la decisión de la autoridad monetaria acerca del sendero que seguirá la tasa de interés de referencia hacia adelante, los futuros de tasas descuentan tan solo 2 recortes en lo que queda del 2025 (por un total de 50 puntos básicos), comenzando a partir de septiembre próximo (versus los más de tres ajustes que se esperaban hace un mes).

A nivel bursátil, a lo largo de mayo la volatilidad disminuyó de forma significativa (el índice VIX retomó valores de fines de marzo) mientras que las bolsas globales registraron alzas generalizadas (el MSCI Global mostró una suba mensual del 5,7% en mayo), con Wall Street reaccionando muy favorablemente a la desescalada del conflicto comercial y volviendo a exhibir valores previos al Liberation day. Esto se tradujo en aumentos mensuales del +9,6%, +6,2% y +4,0% para el Nasdaq, el S&P 500 y el Dow Jones, respectivamente. 

A pesar de los movimientos intrames del índice DXY, el dólar cierra mayo de manera estable frente a las principales divisas del mundo, medido punta a punta contra fines de abril. Pero, como puede observarse en el gráfico, la divisa norteamericana ha mostrado hasta la fecha una clara tendencia a debilitarse frente a la canasta de monedas desarrolladas que se incluye en el índice y se ubica en mínimos de tres años, con un diferencial de tasas cortas que está en máximos. Señal del daño provocado por las políticas de Trump a la demanda internacional de moneda y de activos en dólares.

El rendimiento del bono del Tesoro a 10 años se ubica en 4,37% a inicios de junio, una suba de +20 pbs en relación a fines de abril, mientras que la de 2 años hizo lo propio en +27 pb para ubicarse en 3,87%. Esta suba encuentra su génesis no solo en expectativas inflacionarias que se mantienen elevadas, ante los recortes impositivos en debate que implican un estímulo fiscal que resulta potencialmente inflacionario, sino también en una mayor tasa real que exigen los inversores debido a la preocupación por los elevados déficits. Tasas elevadas incrementan los gastos por intereses, haciendo que los déficits puedan resultar menos sostenibles aún.

Los indicadores de confianza y expectativas económicas en EEUU continúan mostrando señales de debilidad a pesar de los recientes, aunque transitorios, anuncios de “paz comercial”. Esto marca la enorme incertidumbre que existe en torno a la posibilidad de alcanzar acuerdos permanentes, donde las constantes amenazas de Trump poco ayudan. En particular, el índice de confianza del consumidor se mantuvo en mínimos históricos en el mes de mayo, solo por encima del guarismo junio de 2022 (el valor más bajo al menos desde que se tiene registros). Por su parte, las expectativas inflacionarias de corto plazo repuntaron levemente al pasar a ubicarse en 6,6% anual (vs. 6,5% previo). Por la positiva se tiene que las expectativas de mediano plazo se morigeraron (para los próximos 5 años se espera 4,2% promedio anual vs. 4,4% previo).

A pesar de algunos datos contradictorios, pareciera que el mercado laboral estadounidense se mantiene en gran medida resiliente ante la coyuntura actual, señal de menor probabilidad de recesión. Este escenario le otorga a la Fed más espacio para sostener su estrategia de wait and see respecto de los datos de inflación de los próximos meses. Volviendo a los datos laborales, tenemos que las vacantes de empleo se ubicaron en 7.391 mil en abril (por encima de las 7.100 mil que esperaba el mercado) y acelerándose respecto al dato de marzo. A ello se adiciona que este viernes se conoció que se generaron 139 mil puestos de trabajo no agrícolas en mayo (se esperaba 126 mil), mientras que la tasa de desempleo se mantuvo estable en el 4,2%. Por el contrario, la tasa de renuncias bajó de 2,1% a 2%, de modo que menos personas están dispuestas a dejar sus trabajos actuales (podría marcar un indicio de menor dinamismo en la demanda). Otro guarismo que no fue bien recibido por el mercado fue el dato de los nuevos pedidos de subsidios de desempleo, el cual pasó a ubicarse en niveles de octubre pasado.

Los commodities no podían quedarse fuera y también se encuentran a bordo de esta montaña rusa, con comportamientos disímiles. El petróleo ha sido una de las materias primas más golpeadas por los anuncios globales de aranceles, con caídas acumuladas en su precio que llegan a los dos dígitos en lo que va del año (-15%). El barril WTI pasó de USD 71 a fines de 2024 a ubicarse en torno a los USD 61 actualmente, a pesar de la recuperación observada en mayo consecuencia del recrudecimiento de los conflictos bélicos y los incendios forestales en Alberta, Canadá, que generaron un cierre en parte de la producción de petróleo y gas (efectos que más que compensaron el impacto bajista del anuncio de la OPEP a comienzos de mayo de acelerar los aumentos en la producción, con el objetivo principal de recuperar participación en el mercado). El gran ganador de este 2025 continúa siendo el oro al actuar como reserva de valor ante la incertidumbre que pesa sobre la economía mundial: a lo largo del año acumula una suba del 25,5%, si bien mayo cerró prácticamente en paridad respecto a fines de abril.

En lo que respecta a la evolución de los precios de los granos en Chicago, tanto la soja (-0,3%) como el maíz (-6,6%) cerraron mayo con bajas de sus precios. Por el lado de la soja no solo afecta la oferta global abundante sino también unas primeras señales que reportan que la Casa Blanca evalúa autorizar una gran cantidad de exenciones a pequeñas refinerías, permitiéndoles eludir el cumplimiento de mandatos de mezcla de biocombustibles establecidos por ley, situación que potencialmente reduciría la demanda obligatoria de biodiésel (cuyo principal insumo es el aceite de soja) debilitando así el precio del subproducto y por ende, de la soja en grano. Por el lado del maíz, el comportamiento se explica en gran medida por las buenas condiciones climáticas en las regiones productoras de EEUU sumado a la competencia de grandes cosechas sudamericanas. 

No se puede dejar de mencionar que las tensiones geopolíticas al alza constituyen una fuente más que importante de incertidumbre global y terminan impactando en la economía a través de diferentes canales. Persisten los enfrentamientos entre Israel y Palestina, mientras que la guerra entre Rusia y Ucrania no muestra signos de resolución. A ello se adiciona la reciente escalada entre India y Pakistán y la militarización de China en torno a Taiwán.

Maximiliano Gutiérrez

Responsable de la sección Internacional.