¿Y si el plan saliera bien? Una visión sectorial y regional
Si le pregunto qué espera para la economía argentina para los próximos diez años, una respuesta típica sería “más de lo mismo”, pronosticando un fracaso de la actual política económica, y volviendo en el futuro a una situación de inestabilidad económica, tanto en precios y dólar como en actividad económica.
Sin embargo, puede haber otra respuesta diferente, esperando que la actual política económica, con sus vaivenes, tendrá éxito y lograra bajar la inflación a un mínimo, entrando en un periodo de estabilidad y con mayor actividad privada.
Si así fuese, estaríamos frente a un nuevo contexto económico, y es probable que haya sectores mejor posicionados que otros.
Posible contexto
Si el plan tuviese éxito, la inflación bajaría, confiando llegar a un dígito anual en el futuro. Eso implicaría menor demanda especulativa de dólares, y quizá mayor oferta de esa divisa si llegan a entrar capitales. Lo cual implicaría un dólar más barato, o de otra manera, costos argentinos más altos en dicha moneda.
Por otra parte, siendo más estable, el riesgo país podría disminuir, y los bancos podrían destinar más fondos a otorgar créditos al sector privado.
Y se agregan tres puntos adicionales: una posible apertura de la economía, la desregulación (reduciendo los costos al sector privado) y el RIGI, que favorece a muy grandes inversiones.
Una pregunta es si será cómo en los 90s. Para analizar los sectores, tomaremos ese período como referencia, pero es necesario aclarar que, en los últimos años, ha habido cambios relevantes en el mundo, entre los cuales se puede mencionar un mundo más proteccionista (pelea entre EEUU y China), más tecnológico (con IA y un mercado laboral más flexible), y en transición energética (más verde, con futura menor demanda petrolera, un punto no menor para nuestro país).
Sectores posiblemente favorecidos
En materia de costos, serían aquellos que son más intensivos en capital. El dólar barato se traduce en costos laborales más altos. Además, se agregaría la posibilidad de importar equipos y tecnología, todo ello con mayor financiamiento.
En este caso, se beneficiarían más los sectores energéticos (además con recuperación en sus tarifas), financiero (más depósitos ante la baja de inflación), petroleros y mineros. Todos estos rubros tuvieron un buen desempeño durante los 90s.
En ventas, el dólar más bajo implicaría salarios más altos, y así favorecería a los servicios “no importables”, entre los cuales estarían la educación y salud privada, y también los servicios de profesionales. También se vería favorecida la construcción privada, que también contaría con mayor financiamiento. Durante los 90s, dados los mayores depósitos, crecieron notoriamente los créditos, y la cuarta parte de esos eran hipotecarios.
Sectores posiblemente más complicados
Debieran ser aquellos “atados al dólar”. En ventas, estarían los sustitutos de importación, porque tendrían mayores costos argentinos, y competirían con productos importados. Una buena parte de la industria estaría más complicada, y en especial, aquella que no es de base agropecuaria, al no contar con la ventaja de la materia prima local. En los 90s, entre las provincias que menos crecieron fueron Buenos Aires y Santa Fe, que son las más concentran ese tipo de industrias.
En costos, complicaría más a los sectores más intensivos en mano de obra, al elevarse el costo laboral. Pensando en el agro, se vería más afectado el agro menos mecanizado, como el de las frutas (por ej. Alto Valle y las vitivinícolas). En otros lugares del mundo, parte de esos sectores han realizado un proceso de mecanización.
También representará un desafío para los sectores exportadores. Llamativamente, los datos muestran que las exportaciones durante la primera parte de los 90s crecieron a un ritmo similar a la primera mitad de los 2000s, y en especial en cantidad.
Eso se explicó por una economía mal organizada en los 80s (que había terminado en una hiper).
Dentro de los exportadores, están los mineros y petroleros. Durante los 90s tuvieron una importante expansión, porque debe haber jugado en mayor medida el ser un sector intensivo en capital, con mayores inversiones. Eso podría repetirse en un futuro, y más con el peso del RIGI, que los favorece más. Las provincias petroleras (especialmente, Neuquén) y las mineras (en el NOA) estarían más favorecidas.
Por último, el turismo es otro sector que se vería afectado.
No ocurrió tanto así en los 90s, porque Brasil también era cara y, por tanto, se llegaban turistas de ese país. Pero cuando devaluaron en 1999, se redujo sustancialmente el turismo receptivo en Argentina.
¿Cómo prepararnos?
Previamente, sobre la velocidad de los cambios. En comparación a la Convertibilidad, posiblemente con el actual plan los cambios serán más lentos. La inflación viene disminuyendo, pero lo hace a un ritmo más lento a lo observado en los 90s. El dólar oficial se ha rezagado con respecto a la inflación, pero no tanto como en aquella época. Y en actividad económica, creció a fuerte ritmo en la primera parte de los 90s, mientras que, en la actualidad, luego de la abrupta caída en la primera parte del año, la recuperación sería mucho más lenta.
Por ende, si hay posibilidades de éxito para este plan, todavía hay tiempo para prepararse para los nuevos tiempos, y conviene apurarse.
Desde una perspectiva privada, hay un desafío de cómo enfrentar esa situación de mayores costos argentinos, pero con mayor financiamiento. Habrá que pensar en estrategias para ser más productivos (por ej., siendo más eficiente, incorporando tecnología y capital) y reducir costos “no salariales”.
En este punto, juega un rol muy importante los gobiernos en todos los niveles. Claramente, hay que hallar maneras de bajar los impuestos (lo cual requerirá previamente disminuir el gasto público) y disminuir los costos generados por trámites y regulaciones. En ese sentido, estaría planteada la política desregulatoria.
Jorge Day
Responsable de la sección Regional.