La apuesta por la inflación cero
La apuesta de “inflación cero” del gobierno seguramente tiene como referencia la fuerte reactivación del consumo lograda en planes de estabilización exitosos (al menos en sus inicios), caso de la Convertibilidad de 1991, el Plan Real brasileño de 1994 y el de Israel de 1985. En esas experiencias, los gobiernos que tomaron la iniciativa de darle prioridad a la estabilidad se consolidaron políticamente a medida que las políticas adoptadas daban los resultados esperados. En la Argentina de 2024, la confianza en el gobierno sigue en buen nivel, habiendo pasado más de un semestre de gestión y, en buena medida, esto deriva de una tasa de inflación mensual que se ha recortado algo más de siete veces desde los guarismos en torno al 30 % del arranque. Sin embargo, el camino para consolidar estos logros no es sencillo.
Por empezar, las medidas adoptadas desde diciembre de 2023 hasta julio de 2024 no son estrictamente comparables a las de la convertibilidad, el plan real o el de Israel. Hay analogías en la política fiscal, pero aquellos planes contenían mecanismos explícitos de desindexación de la economía, y partieron de precios relativos con menos distorsiones.
En el presente, subsiste inercia en la evolución de los precios de los “no transables”, caso de los servicios intensivos en mano de obra, que se ajustan a un ritmo del 7,3 % mensual desde mayo, un guarismo similar al de los salarios privados formales. En el caso de los precios relativos, si se toma como referencia junio de 2019, para el combo de electricidad, gas y transporte, posiblemente sean necesarios ajustes adicionales de entre el 35 % y el 40 %, medidos en dólares al tipo de cambio oficial. Son decisiones difíciles en el plano político, pero relevantes en términos de sustentabilidad fiscal (reducción de subsidios) y de señales de precios congruentes con incentivos apropiados para el consumo y la inversión.
Otra diferencia con los planes de estabilización mencionados es que, en el presente, el redoblar la apuesta por la “inflación cero” está teniendo como contrapartida un efecto negativo sobre la dinámica de las reservas externas del Banco Central (cuyas causas se analizan por separado en este informe). Obviamente, para afianzar los indicadores de confianza y para reducir el riesgo país se necesita que avanzar en la estabilización de la economía no resulte contradictorio con la recuperación de las reservas netas del BCRA, que se encuentran en territorio negativo.
Al respecto, en la edición de julio de 2024 de Novedades Económicas se analizó como una opción válida, que permitiría recuperar reservas sin afectar en forma significativa la trayectoria de la inflación, la eliminación de todo tipo de trabas en el funcionamiento del mercado cambiario en el segmento libre, manteniendo por algo más de tiempo los controles en el segmento oficial, por el que fluyen las divisas que son contrapartida de exportaciones e importaciones de bienes.
Evolución de los precios por tonelada de soja, maíz y trigo en Rosario
(en pesos constantes) / Base 100 = Nov-23
Fuente: IERAL en base a INDEC y Bolsa de Comercio de Rosario.
Por lo apuntado (se dejan de lado otros factores que marcan similar dirección) surge que, si se pretende avanzar en una desindexación generalizada de la economía y evitar el drenaje de las reservas, pero se insiste en hacerlo con los actuales instrumentos, probablemente sean necesarias dosis mayores de ajuste fiscal y monetario para acercarse al objetivo buscado. A diferencia de la Convertibilidad, el Plan Real y el de Israel, se necesitaría resignar más nivel de actividad para lograr similares resultados en términos de inflación y de recuperación de reservas.
En este sentido, si bien el PIB habría registrado una leve variación positiva en el segundo trimestre respecto del primero, hay que subrayar que en ese período la actividad industrial no logró salir de la recesión (en parte por falta de competitividad, como se analiza más abajo). Por su parte, si bien el sector agropecuario está haciendo una formidable contribución a las cuentas nacionales en este año pos-sequía (en mayo, incremento de 103,3% interanual), la caída de los precios internacionales y un tipo de cambio cada vez más ajustado están deteriorando los incentivos para una repetición y/o mejora de la próxima campaña.
De acuerdo a Márgenes Agropecuarios, en julio 2024 se necesitaron entre 20% y 40% más quintales de soja o maíz para adquirir combustibles, fertilizantes y equipos (tractores) en relación a julio de 2023. Son señales que indican que el sendero hacia una recuperación sostenida de la economía no está consolidado.
Encarecimiento de insumos agrícolas en términos de quintales de soja y de maíz
Var % i.a (jul-24 vs jul-23)
Fuente: IERAL en base a Revista Márgenes Argropecuarios.
Jorge Vasconcelos
Coordinador General de Revista Novedades.