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Competitividad: una carrera que la Argentina no puede seguir perdiendo

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Competitividad: una carrera que la Argentina no puede seguir perdiendo

La diferencia de costos laborales entre Argentina y Brasil pone en evidencia las rigideces estructurales de nuestro mercado laboral que afectan directamente la competitividad internacional. Uno de los principales obstáculos es el sistema de negociación colectiva, cuyo diseño centralizado limita la capacidad de las economías del interior para responder a las demandas de su propio entorno productivo.  El marco normativo, que prioriza la homogeneización salarial a nivel nacional, ha quedado desfasado frente a un mercado laboral dinámico y globalizado. Superar estas limitaciones impulsaría la creación de empleo formal y podría fortalecer el desarrollo económico local, permitiendo a las regiones o sectores de actividad establecer condiciones laborales más acordes con sus realidades productivas

Para ilustrar esta situación, imaginemos una carrera de Fórmula 1: mientras Brasil optimiza su motor con reformas laborales que le otorgan mayor flexibilidad, Argentina sigue compitiendo con un sistema que no es capaz de alcanzar su máximo rendimiento. El modelo argentino de negociación colectiva, originalmente pensado para proteger a los trabajadores, se ha convertido en un obstáculo rígido donde las empresas más chicas, sobre todo del interior, tiene escasa o nula influencia.

La centralización de los convenios colectivos establece pautas salariales y laborales homogéneas que ignoran las marcadas heterogeneidades entre regiones, tamaños y sectores como las diferencias en costos de vida, niveles de productividad, estructura económica y tamaño de las empresas. Esta desconexión genera distorsiones significativas, como el aumento de la informalidad laboral y la dificultad para generar empleo formal de calidad. Es en este contexto que una reforma laboral sobre el modelo de negociación colectiva resulta necesaria, especialmente en el caso de las PyMEs, que enfrentan grandes obstáculos para competir bajo convenios sectoriales obsoletos. Además, las provincias del interior enfrentan barreras adicionales para atraer inversiones, mientras que los grandes centros urbanos, con estructuras económicas más robustas disponen de un sistema que responde más a sus necesidades. Es como si todos los pilotos de una carrera debieran usar los mismos neumáticos, sin importar si compiten en un circuito lluvioso o seco.

Brasil: un competidor que acelera

Brasil, tras su reforma laboral de 2017, no solo redujo sus costos laborales, sino que también permitió disminuir la informalidad laboral, que pasó del 46% en 2016 al 39% en 2023, según datos del IBGE. De manera análoga, mientras Brasil avanzó con una estrategia que ajusta su desempeño a las condiciones del circuito, Argentina sigue apostando por un modelo que no contempla las particularidades del terreno.

Cuando se analiza la evolución de los salarios industriales en Argentina y Brasil, en dólares constantes, emerge un marcado contraste, mientras que Argentina experimentó fuertes fluctuaciones, el salario industrial en Brasil mantuvo una tendencia más estable a lo largo del tiempo. En particular, En los últimos años, los salarios en Argentina han mostrado una caída en términos de dólares, tanto oficiales como paralelos, reflejando la inflación interna y la devaluación del peso frente al dólar. Estimaciones para noviembre de 2024 muestran una tendencia ascendente del salario industrial en Argentina aunque todavía está por debajo de los niveles de hace una década.  Sin embargo, el dato más preocupante es que, en el mismo período, los salarios industriales en Brasil se han reducido aún más, ampliando la brecha de costos laborales entre ambos países.

En este sentido, la brecha de costos laborales entre Argentina y Brasil es un ejemplo claro de las consecuencias de alta inestabilidad macroeconómica y un sistema de negociación colectiva disfuncional. Actualmente, los costos laborales argentinos en el sector industrial formal son casi tres veces más altos que los brasileños. Esta diferencia no solo encarece la producción, sino que también limita la capacidad de competir. El panorama más reciente muestra que, en noviembre de 2024, por cada 1.000 pesos de costo laboral en Brasil, Argentina enfrenta 2.840 pesos. Esta brecha sigue creciendo, impulsada por la falta de reformas profundas y la desconexión entre el marco normativo y las necesidades del mercado.

Reformas para volver a la pista

Si Argentina aspira a recuperar terreno en esta carrera, necesita acelerar las reformas laborales. Un modelo de negociación colectiva más descentralizado permitiría a las PyMES adaptar las condiciones salariales a las realidades locales promoviendo la formalización del empleo y fomentando su competitividad. Esto contribuiría a reducir las desigualdades regionales y mejorar las perspectivas de inversión y empleo.

Proponer un esquema que permita a las microempresas (menos de 10 trabajadores) quedar exentas de aplicar los convenios sectoriales y únicamente seguir la Ley de Contrato de Trabajo y el Salario Mínimo Vital y Móvil, podría ser un primer paso. Además, ofrecer la posibilidad de “desenganchar” a las PyMEs de los convenios colectivos sectoriales para negociar directamente con sus empleados podría mejorar las condiciones laborales y su competitividad.

Este enfoque descentralizado, que ya es común en muchos países, también se complementaría con el fortalecimiento del marco sindical para garantizar una mayor transparencia, limitar las reelecciones indefinidas y sancionar a los funcionarios públicos que incumplan con la legislación vigente. Así, Argentina podría poner en marcha una reforma que impulse la actualización de los convenios y permita que las empresas de todas las regiones tengan mayor capacidad para adaptarse a sus realidades (ver PAL N°100).

No obstante, la adopción de un modelo descentralizado debe acompañar la transición con herramientas para medir la productividad, incentivos para la capacitación laboral y un fortalecimiento institucional que garantice la sostenibilidad de los acuerdos alcanzados. Al igual que en la Fórmula 1, donde cada segunda cuenta, Argentina está frente a la oportunidad de acelerar para ganar competitividad y reducir las barreras que limitan su crecimiento. Una reforma laboral debe ser diseñada para reactivar el empleo formal, reducir la informalidad y, finalmente, permitir que Argentina recupere posiciones en el mercado global.

 

Laura Caullo

Investigadora responsable Área de Empleo y Política Social