Israel, julio de 1985: un plan de estabilización exitoso que arrancó con anclas múltiples hasta llegar a las metas de inflación

El plan de estabilización de Israel, lanzado el 1ro de julio de 1985, tuvo ingredientes “heterodoxos”, caso de la desindexación de contratos por vía de la “política de ingresos”, sin recurrir a desagios como en el Plan Austral ni a URV (indexación generalizada atada al tipo de cambio) como en el Plan Real en Brasil 1994. Pero también incluyó componentes “ortodoxos”, focalizados en el plano fiscal, con un ajuste inicial del orden de los 7,5% del PIB. Fue una exitosa experiencia de estabilización basada en “anclas múltiples”, incluyendo un arranque con tipo de cambio fijo, a una paridad de 1500 shekel por dólar, aunque en el transcurso de los 18 meses posteriores al lanzamiento del plan, hubo primero una modificación de la divisa de referencia, ya que se pasó del dólar a una canasta de monedas (agosto de 1986) y después (enero de 1987) se aplicó una devaluación del 10%.
Pese a que, a mediados de los 80, Israel era una economía dolarizada y fuertemente indexada, el gobierno realizó modificaciones en la política cambiaria que no descarrilaron la marcha del plan de estabilización. Se apuntaba a evitar déficits significativos en la cuenta corriente del Balance de Pagos, cuidando los flujos, ya que en materia de “stocks” había sobre-cobertura, con reservas externas del Banco Central que promediaron los 15 puntos del PIB entre 1985 y 1987. Es cierto también que, por objetivos de política orientados a sincronizar equilibrios internos y externos, se demoró una década en aterrizar a una inflación de un dígito.
La opción por “política de ingresos” en lugar de desagio u otros mecanismos de desindexación, puede haberse tomado frente al hecho de que la inflación previa a la implementación del plan israelí había registrado un promedio del 12,1% mensual, en un andarivel bastante inferior al registrado previo al “Plan Austral” y al “Plan Real” (Tabla 1). La inflación de Israel en los meses anteriores al plan era semejante a la del período previo al lanzamiento de la convertibilidad y también a la de nuestro país meses antes de diciembre de 2023. Siempre excluyendo del cómputo el “mes cero”, en el que se ajustaron fuertemente el tipo de cambio y el resto de los precios.
En Israel, facilitó el uso de la “política de rentas” como instrumento desindexador el hecho de que los salarios se ajustaban cada tres meses. Mientras más corto es el período en el que esos contratos se actualizan, menos trabas existen para promover acuerdos de precios y salarios basados en la “inflación esperada”, y no en la pasada. Desindexar la economía sin romper con la “inercia inflacionaria” es prácticamente imposible.
Inmediatamente antes del lanzamiento del plan, el gobierno de Israel concentró ajustes de precios, tipo de cambio y salarios, tratando de corregir precios relativos: en ese mes el precio del pan subió 73%, la electricidad el 52%, el transporte el 100%, los combustibles el 27%. Así, en julio de 1985 la inflación hizo un pico de 27,6% mensual (recordar que en diciembre de 2023 la variación del IPC en la Argentina fue de 25,5%), para entrar en rápida desaceleración en meses subsiguientes (Tabla 1).
Los principales componentes del plan israelí fueron los siguientes:
- Se dispuso un ajuste presupuestario equivalente a 7,5% del PIB.
- El Tesoro de Estados Unidos anunció un desembolso equivalente a otros 7,5 puntos del PIB.
- Luego de un ajuste del 20% del precio del dólar contra el shekel, se anunció que la paridad seguiría fija por tiempo indeterminado.
- Congelamiento por tres meses de precios y salarios.
- Los populares depósitos ajustables por tipo de cambio (cuentas PATAM) fueron mantenidos, pero se restringió su liquidez, pasando a un plazo mínimo de un año para las renovaciones.
- Se incluyeron restricciones a extranjeros para la adquisición de divisas desde cuentas bancarias en shekel.
Luego, hubo una transición de tres meses hasta octubre con una inflación mensual de 4,1%, para llegar a noviembre con el 0,5 % mensual (Tabla 1). Pese a que el déficit fiscal en Israel se redujo de 13% del PIB a cero de 1984 a 1986, el plan demoró más de una década en llegar a una inflación de nivel comparable con la internacional. En los años siguientes a 1985, la inflación osciló entre el 12% y el 20% anual.
En los primeros meses de implementación, la política salarial se manejó en forma centralizada, con ajustes ad-hoc no acumulativos. Frente al golpe inflacionario de julio, se dispuso una actualización salarial del 14%, “compensatoria”, que finalmente se incorporó de forma permanente a las remuneraciones. Obsérvese que la diferencia de tasa de inflación fue de 15,5 puntos porcentuales entre la variación del índice de julio (27,6%) y la del promedio de los meses previos (12,1%). En meses subsiguientes, cada eventual ajuste salarial compensatorio se efectuaba bajo la forma de “bonos” de suma fija y no acumulativos.
Dado el esquema de tipo de cambio fijo, los éxitos iniciales del plan, la acumulación de reservas y el apoyo del Tesoro de los Estados Unidos, la tasa de interés en moneda local mantuvo tendencia descendente. En los primeros meses fue del 14,1% mensual, cerró el 1985 en el 7,2%, para oscilar entre el 3,5 % y el 4,0 % a lo largo de 1986.
En cuanto al deterioro de la cuenta corriente del balance de pagos, típica de los planes de estabilización, Israel es un caso en el que estas variables se comportaron de un modo muy controlado, sin movimientos bruscos (Tabla 2).
Hay varios factores explicativos al respecto:
- En el período en el que el shekel permaneció atado al dólar, la moneda estadounidense se estaba devaluando a un ritmo inédito frente al resto de las divisas. De hecho, el tipo de cambio de la canasta de exportaciones de Israel se depreció 15% entre el tercer trimestre de 1985 y el cuarto trimestre de 1986;
- Los términos de intercambio pasaron a favorecer significativamente a Israel desde mediados de 1985, por la baja de los precios del petróleo y otras commodities;
- Entre los planes de estabilización exitosos, fue uno de los que mostró un comportamiento más satisfactorio de las exportaciones de bienes y servicios, que entre 1984 y 1987 se incrementaron un 42,4%;
- La consistencia de la macro habilitó la posibilidad de modificaciones sucesivas en la política cambiaria, sin que esto alterara en forma significativa la trayectoria de la inflación.
A propósito del manejo de la política cambiaria en el programa de Israel, debe subrayarse que, estrictamente, el “ancla cambiaria” tuvo vigencia durante los primeros 13 meses desde el lanzamiento del plan, respetándose la paridad de 1500 shekel (en realidad, pasó a ser de 1,5 nuevo shekel por dólar) hasta agosto de 1986. En ese momento, la moneda local pasó a quedar atada a una canasta de 5 divisas (60 % dólar; 20 % marco alemán; 10% Libra y 5 % para el franco y el yen), sin modificaciones hasta principios de 1987 (6 meses para ese período). En enero de 1987, hubo una devaluación “correctiva” de 10%, anunciada “por única vez”, del nuevo shekel frente a la canasta de monedas.
A partir de fin de 1988 (42 meses después del lanzamiento del plan) la política cambiaria entró en una nueva etapa, pasando a un esquema de “bandas de intervención” inicialmente horizontales, para luego incorporar un diseño en “diagonal”. Es decir, el techo de la banda de intervención dejó de mantenerse fijo, deslizándose en función de la existencia de algún tipo de inflación “residual”. A título ilustrativo, puede mencionarse que, en los cuatro años que van desde principios de 1989 a fin de 1992, la inflación acumulada fue del 83% (ritmo anual acumulativo de 16,3%), mientras que el deslizamiento del tipo de cambio (contra la canasta de monedas) fue del 68,4% (13,9% anual acumulativo). Luego de que se adoptara el régimen de “metas de inflación”, fue hacia 1995 que la variación de los precios al consumidor entró en el andarivel de un dígito. La autonomía legal del Banco Central de Israel recién fue dispuesta en el año 2010, pero de facto ocurría desde los años 90.
De acuerdo a Michael Bruno, el programa de Israel fue “la combinación de una reducción drástica del déficit (fiscal) con la fijación sincronizada de varias anclas nominales, caso del tipo de cambio, los salarios y el crédito interno”.
Las evaluaciones del plan realizadas a posteriori mostraron que el combustible inicial para la recuperación del nivel de actividad no vino de la mano de crédito bancario, sino de la valorización de los activos (bonos y acciones) en manos de tenedores locales. Parte de esos activos fueron adquiridos por inversores externos, con el consiguiente efecto expansivo.
El ajuste fiscal tenía el objetivo explícito de evitar el incremento de la deuda pública, tanto interna como externa, objetivo que fue cumplido observando los datos de 1986.
Como corolario del esquema de “anclas múltiples”, cabe consignar que la opción por tipo de cambio fijo, o bandas cambiarias (en caso que éstas sean estrechas), limita el instrumento de la tasa de interés como factor de domesticación de la inflación. Pero subsisten instrumentos monetarios como los encajes para vigilar la evolución de los agregados monetarios y el crédito. Cuando se pasó a cierto grado de flotación cambiaria, el ancla pasó a ser la política monetaria de la mano de las metas de inflación. Asimismo, hay que subrayar que, entre los planes de estabilización exitosos, el de Israel fue uno de los que logró mejor empalme entre estabilidad y crecimiento, de la mano de una creciente inserción externa, de reformas estructurales y de la locomotora de las exportaciones.

Jorge Vasconcelos
Coordinador General de Revista Novedades.