DEX: el Gobierno ganó tiempo, pero el agro sigue esperando señales de fondo

El 30 de junio de 2025 finalizó el período de reducción temporaria de los Derechos de Exportación (DEX) para los principales granos que produce Argentina, como la soja y el maíz. A partir de julio, las alícuotas volvieron a sus niveles previos (33% para soja y 12% para maíz), mientras que en el caso del trigo y la cebada se confirmó la prórroga del beneficio hasta el 31 de marzo de 2026.
Si bien el Gobierno había anunciado desde un principio que la rebaja sería transitoria, el regreso a los niveles anteriores no ocurre en un momento favorable para el sector agropecuario. El contexto actual combina un Tipo de Cambio Real Bilateral (Argentina-EE.UU.) en niveles históricamente bajos —un 12% por debajo del promedio de los últimos 25 años— y precios internacionales deprimidos: el valor FOB de la soja, medido en términos reales (ajustado por IPC de EE.UU.), se encuentra 24% por debajo de su promedio histórico.
Con la cosecha de soja prácticamente finalizada y la de maíz con un avance de poco más del 50% del área, la comercialización de granos comenzó a incrementarse en mayo por factores estacionales, pero se aceleró con fuerza en junio como respuesta previsible al regreso de los DEX a sus niveles previos.
Al 25 de junio, se habían comercializado 23,8 millones de toneladas (tn) de soja: 5,4 millones de tn fueron adquiridas por el sector exportador de poroto, y 18,4 millones por la industria, con destino a procesamiento y posterior exportación de harina y aceite. Este volumen representa el 47,4% de la producción estimada para la campaña (alrededor de 50 millones de tn). Cabe destacar que el 76,8% de las compras realizadas ya tiene precio cerrado (solo el 23,2% permanece “a fijar”), un porcentaje elevado respecto del promedio de campañas anteriores (64,5%).
En el caso del maíz, las compras alcanzaban los 21 millones de tn, de las cuales 19,3 millones correspondían al sector exportador. Dado un volumen de producción estimado en 49 millones de tn, la proporción comercializada equivale al 43%. En este caso, las operaciones con precio hecho alcanzan el 75,2%, un valor muy en línea con el promedio de las últimas campañas (74,2%).
A la luz del ritmo de comercialización y en comparación con campañas previas, puede afirmarse que la baja temporaria de DEX logró acelerar de manera efectiva la venta de soja, pero no tuvo el mismo impacto en el caso del maíz, probablemente porque buena parte del cultivo aún no había sido cosechado y el menor ahorro tributario que significó la baja de DEX para el cereal, respecto de aquella que significó para la oleaginosa.
También resulta relevante analizar la evolución de las Declaraciones Juradas de Ventas al Exterior (DJVE), instrumento que formaliza las exportaciones. En condiciones normales, la presentación de DJVE suele seguir a la compra del grano en el mercado interno. Sin embargo, ante cambios en los DEX, esta secuencia puede invertirse, ya que el impuesto se determina al momento de presentar la DJVE. Esto permite fijar la alícuota sin haber concretado aún la compra del grano, aunque con el riesgo de que cambien los precios relativos entre insumo y producto final.
Frente a la suba inminente de DEX desde el 1° de julio, las DJVE se aceleraron en los últimos días de junio; al día 25 se habían presentado DJVE por 5,6 millones de toneladas de poroto de soja y 17,6 millones en subproductos (expresados en grano equivalente), totalizando 23,3 millones de toneladas. Estas cifras representan un 105% de las compras totales realizadas por los exportadores de poroto y un 95,9% de las compras de la industria procesadora. En el caso del maíz, las DJVE sumaban 17,4 millones de toneladas, equivalentes al 90% de las compras del sector exportador.
Si se considera solo lo comprado con precio cerrado, la relación DJVE/compras ascendía a 106,4% para el poroto, el 136,4% para subproductos y 120% en el caso del maíz. Es decir, al día 25 de junio, una parte significativa de las DJVE fue presentada sin respaldo de compras a precio cerrado, lo que refleja una decisión de fijar la alícuota tributaria aun asumiendo el riesgo de mercado.
En los últimos días de junio se intensificó la formalización de operaciones de exportación: entre soja (grano y subproductos) y maíz se declararon aproximadamente 8,2 millones de toneladas, de las cuales 5,9 millones correspondieron a soja (en grano equivalente) y 3,2 millones a maíz. Estos volúmenes representan un 25% de las DJVE presentadas hasta el 25/6 en el caso de la soja, y un 19% en el caso del maíz. El siguiente gráfico ilustra con claridad cómo se aceleró la presentación de DJVE hacia el cierre del mes, en respuesta al inminente incremento de la presión tributaria. Resta evaluar cómo avanzo la comercialización primaria de granos en esos últimos días de junio (datos aún no disponibles), pero es altamente probable que estas operaciones también se hayan acelerado.
El elevado volumen de DJVE presentado en junio anticipa una recaudación significativa por Derechos de Exportación tanto en ese mes como en julio. También se espera un fuerte ingreso de divisas en julio, dado que los exportadores deben liquidar el 95% en un plazo de 15 días para acceder a las alícuotas reducidas.
En contraste, es probable que la presentación de nuevas DJVE se desacelere durante al menos los próximos dos meses, hasta que se agoten los embarques ya comprometidos y la comercialización primaria se reactive, algo que suele ocurrir hacia fines de septiembre u octubre, con el inicio de las labores de siembra de cultivos de verano en varias regiones.
Si el objetivo de la reducción transitoria de DEX era concentrar en estos meses un flujo elevado de divisas y recaudación, puede decirse que la medida cumplió su propósito. Sin embargo, lo que se recaude o liquide de más “ahora” se hará a costa de menores ingresos en el “futuro”. El volumen total de granos comercializables es finito (depende de la cosecha y el nivel de existencias deseadas), y el margen de acción de un gobierno se limita a influir en el “cuándo” de esa comercialización.
En paralelo, queda como saldo negativo la oportunidad desaprovechada de avanzar hacia una reducción más permanente de la carga tributaria sobre el sector agroexportador, en un contexto internacional adverso en materia de precios y con desafíos internos significativos en términos de competitividad.

Tobías Lucero
Investigador de la sección Productiva.